El espacio de la Economía

La actividad económica, como toda actividad social, se realiza en un momento del tiempo y en un espacio concreto. Las características de ese espacio no son neutras, influyen sobre la vida social y económica de modo drástico. El ser humano altera su comportamiento, modifica sus percepciones y elecciones en función del entorno espacial en el que vive. Igualmente su actividad modifica y altera a ese entorno. Como escribió Ponsard, un relevante economista francés dedicado al análisis regional, “la introducción del espacio en el análisis económico no es un refinamiento de detalle: lo cambia todo”. 
El espacio de la economía, es decir, las características del lugar concreto en el que se produce y desarrolla la vida social y la interacción de los agentes económicos, es fundamental para comprender las dinámicas de unos territorios frente a otros. El clima afecta al modo de relacionarse y esto al tipo de sociedades y costumbres. La orografía hace unos lugares más accesibles –mejor conectados y más permeables a la innovación y los cambios– mientras que otros son más remotos y aislados y se hacen más cerrados. La abundancia o escasez y el tipo de recursos naturales disponibles condicionan la evolución económica de las regiones y los países. Pero por encima de todo es la posición de cada lugar, de cada territorio, lo que resulta más fundamental para entender su economía y su especialización. 
Dónde está localizado un territorio respecto a los principales centros económicos de su entorno nacional y continental condiciona en qué sectores se especializará y cuál será su evolución económica. Las regiones, los países, los continentes y el mundo entero conforman centros y periferias. Ser lo uno o lo otro induce a una evolución económica completamente distinta. Siendo tan importante ser centro o ser periferia la pregunta inmediata que cabe hacerse es ¿qué es lo que determina que un lugar concreto sea centro? 
Los lugares centrales son aquellos que muestran mayor dinamismo empresarial y superior capacidad de crecimiento económico con productividades más altas y niveles de renta más elevados. Pero esto son más las consecuencias de ser centro de la economía que las causas. Buscando entre posibles las causas la principal razón por la que esas dinámicas empiezan a ocurrir es por la presencia de fuertes concentraciones de población: las ciudades. 
Como explica perfectamente Edward Glaeser en su extraordinario libro “El Triunfo de las Ciudades”, la ciudad es el locus principal de la cooperación colectiva, un factor determinante del progreso: el lugar donde la densidad humana produce conocimiento e innovación. En la ciudad la información circula rápida y eficazmente, transmitida tanto de forma explicita como a través del ejemplo que todos somos para todos los demás. Cuanto mayor es el tamaño de la ciudad, siempre que este diseñada y planificada de modo que sea sostenible, mayores serán sus dinámicas de transmisión del conocimiento, innovación, creatividad y emprendimiento empresarial. Jane Jacobs –en otra ampliamente recomendable lectura, “Muerte y vida de las grandes ciudades”– explica, de manera brillante y con una mirada multidisciplinar, la importancia del tamaño (poblacional) de las ciudades o de lo que los economistas llamamos las economías de aglomeración (tipo urbanización). En su libro Jacobs trata de comprender como surgen las ideas en el entorno urbano. Como a partir de la interacción y las mezclas nace el arte, las nuevas ideas igual que aparecen y se desarrollan los nuevos productos y proyectos empresariales. Jacobs conecta la creatividad y la transmisión del conocimiento con la vida urbana y ambas con el desarrollo económico y reconoce que estas dinámicas crecen exponencialmente con el tamaño (poblacional) de la ciudad. 
Hay quienes piensan que toda esta relevancia del espacio y de la localización está desapareciendo con el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. En 2001 Cairnicoss publicó el libro “La Muerte de la Distancia” donde defendía esta tesis. El tiempo y la evidencia empírica han desmontado totalmente estas ideas. Es cierto que la tecnología esta revolucionando la manera en que vivimos y nos relacionamos y está transformando muchos sectores económicos. Pero a lo que menos esta afectando la revolución tecnológica es a la permanente importancia del espacio, la localización y la necesidad de proximidad física. Somos una especie social, aprendemos y adquirimos información con el contacto de quienes nos rodean. Los mensajes, el correo electrónico, las videoconferencias son instrumentos muy útiles pero, por el momento, necesariamente combinados con la insustituible interacción real, el cara a cara, entre profesionales, colegas y amigos. No es casualidad que cuanto más se desarrollan las nuevas tecnologías más aumentan los viajes de negocios. La correlación entre flujo de información en internet y flujo de viajeros en líneas áreas es casi perfecta. No viajamos menos, no interactuamos menos en la proximidad por la presencia de las nuevas tecnologías. Ocurre justo lo contrario: estas refuerzan la importancia de la posición y accesibilidad de los territorios. 
El objetivo de este blog es reflexionar sobre el espacio y la economía o la economía y su espacio, y hacerlo desde y para la realidad de Asturias: ¿cómo son nuestras ciudades?, ¿cómo crecen?, ¿cuáles son sus problemas, retos, potencialidades?, ¿cuál es su futuro?, ¿cómo influye la posición de Asturias en su economía?, ¿cómo actúa nuestra realidad ambiental y territorial sobre nuestras decisiones? y ¿cómo alteramos con esas decisiones dicho entorno? Estas y otras preguntas estarán presentes en cada reflexión abierta sobre el espacio de la economía.

Publicado en La Nueva España, 15 de febrero de 2015

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