La generación del cambio: actores del emprendedurismo y del crecimiento endógeno


Síntesis del discurso pronunciado por Fernando Rubiera, elegido por los alumnos representante del claustro de profesores de la Facultad de Economia y Empresa de la Universidad de Oviedo, en el acto de graduación de la promoción 2008-2012 de las licenciaturas de Economía, Administración de Empresas y Ciencias del trabajo. 


"Nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo"
MONADAS GANDHI 

Excelentísimo Rector Magnifico, Señor Decano, Señor Director General del Principado de Asturias, Señora Concejala del Ayto. de Oviedo, resto de autoridades académicas, compañeros Profesores, Madres, Padres, familiares y queridos colegas licenciados, ya no alumnos.
Es un extraordinario honor para mi, que quiero agradeceros en primer lugar, el haber sido elegido por los alumnos de Economía, Administración de Empresas, Empresariales y Ciencias del trabajo para representar al claustro de profesores en este acto de graduación. Es, además, una oportunidad de despedirme de una promoción con la que he disfrutado especialmente de la acción docente por una aptitud ejemplar en muchos grupos a los que tuve la oportunidad de enseñar.
Por el honor que supone ser el profesor encargado de dar este discurso/charla hoy, en un momento como este, constituye para mi una enorme responsabilidad. Me gustaría estar a la altura de esta responsabilidad y encontrar algo especialmente relevante y alentador que deciros en una breve intervención, que no resulte tediosa. No es tarea nada fácil, desde luego. Especialmente en lo que se refiere a lo “alentador”. No se os escapa a ninguno de los presentes que vuestra generación se enfrentara a una de las crisis más complejas y profundas que ha vivido nuestro país en el último medio siglo. No podemos escapar de esa realidad presente tanto en las conversaciones diarias de café como en todos los foros académicos y profesionales más especializados. Esta crisis lo esta cambiando todo y hoy, en el acto de graduación de la promoción 2008-2012, la “promoción de la crisis”, indudablemente debemos referirnos a ella en este discurso.
Vayamos a la raíz de la palabra “crisis” para entender de que estamos exactamente hablando. Crisis es una palabra que procede del griego y significa cambio profundo. Y es eso justamente lo que vivimos en este momento: un cambio de los factores de éxito de empresas y negocios, un cambio institucional y político dentro de Europa, un cambio de las relaciones y equilibrios económicos internacionales, un cambio de los niveles espaciales en los que operan la economía y en los que debería operar la política... En España la crisis se amplifica porque nuestra economía se enfrenta a estos cambios internacionales junto a una necesaria revisión y cambio profundo de nuestra estructura productiva. Cambio en definitiva es lo que presidirá el momento que os tocará vivir como profesionales ya licenciados. No creo que vayáis a ser, como muchos auguran, la generación perdida, espero que tampoco, como yo os llamaba antes la generación de la crisis, pero si tendréis que ser, sin duda, la generación que se ha tenido que enfrentar a una profunda transformación de su entorno, la generación del cambio.
En cualquier caso el cambio, por profundo que sea, no debería en sí mismo ni asustarnos, ni reocuparnos. El cambio es lo único que permanece (Heráclito). Todas las ciencias estudian los cambios que ocurren en su objeto de estudio porque una realidad transversal es que todo cambia, nada permanece (Buda). Las Ciencias Sociales, desde luego, no se escapan a ello. En realidad es en las que observamos los cambios con mayor vertiginosidad dado que los cambios sociales transcurren en escala o tiempo humano, a diferencia de los cambios geológicos o astronómicos. Los cambios de muchas Ciencias los tenemos que descubrir, intuir… los de las Ciencias Sociales los experimentamos, forman parte de nuestra realidad, de nuestra vida. Y ahora parecen más rápidos, más continuos. Cada mañana nos sobresaltamos leyendo en el periódico los cambios/ajustes que propone el Gobierno en su Consejo de Ministros semanal, los cambios/subidas de la prima de riesgo, los cambios/calificaciones de las agencias de rating… De un modo menos sobresaltado pero igualmente acelerado cambian las relaciones económicas internacionales. Cuando yo termine mi carrera China era un país casi irrelevante en el escenario económico internacional, prescindible en equilibrios y acuerdos. En menos de una década el mundo económico internacional no es comprensible sin entender como China ha afectado a las relaciones económicas mundiales. El Euro tiene una década de existencia, esperemos que llegue a la segunda. Los cambios son rápidos y vertiginosos incluso si nos aislamos de la “rabiosa” actualidad. Parece que la estructura se ha vuelto coyuntura, y la coyuntura es completamente fugaz,
Pero en vuestras carreras se os han formado precisamente para ser capaces de anticipar esos cambios, tenerlos previstos, y, lo que es mas importante, reaccionar para orientarlos en la dirección correcta, para convertir todo este escenario de cambio en progreso, que no es más que un tipo particular de cambio.
Si pidiéramos a cualquier economista que receta propondría para que una economía evolucione, cambie, en la dirección correcta, progrese en una palabra, la mayor parte de los economistas coincidirían en prescribir dos recetas, fuera de la escuela de pensamiento que fuera, fuera de la nacionalidad que fuera. Son los dos elementos en los que casi toda la profesión se ha puesto de acuerdo en que son evidentes motivadores de progreso. Uno sería invertir en investigación y desarrollo, en Ciencia, en I+D. La I+D es el combustible de lo que los economistas llamamos cambio tecnológico, cambio de nuevo. Es decir, la I+D impulsa la innovación, nuevos productos, nuevas ideas y con ello se provoca un cambio positivo en las sociedades que crecen y progresan. La otra receta en la que casi todos los economistas estarían de acuerdo en prescribir es invertir en Educación. La formación transforma, cambia, a las personas y a través de la suma de cambios individuales opera el mayor cambio social posible: pasar de sociedades poco cualificadas a otras formadas y preparadas. Esto transforma a las economías que las hace más eficientes, más competitivas y más modernas.
Fijémonos que las dos recetas que propondría cualquier economista para crecer, para que un territorio se desarrolle, son impulsoras de cambios: técnicos y sociales.
Fijémonos también que la Universidad ha quedado situada como piedra angular del crecimiento de las modernas sociedades. La Misión de la Universidad, ya explicada magistralmente por Ortega y Gasset, es crear y transmitir conocimiento. Crear conocimiento es hacer investigación, I+D, y transmitirlo es esencialmente formar nuevas generaciones. Esa es la doble función que nos han conferido a los profesores universitarios y a la Universidad. La Universidad, por la que habéis pasado y, lo que sería más importante, la que ha pasado por vosotros, es, como veis, el principal motor de cambio, de cambio en la correcta dirección, de progreso en definitiva.
Hay un elemento adicional que creo que amplifica esta función esencial de la Universidad en las sociedades modernas. El modelo universitario que tienen la mayor parte de los países europeos, el modelo universitario que aún disfruta España, el tipo de Universidad que es la nuestra, la Universidad de Oviedo, es público. Una Universidad pública donde se garantice la igualdad de oportunidades en el acceso y donde el patrimonio o posición socio-económica de la familia del estudiante no afectan sus resultados convierte a esa institución en algo extraordinario: la mayor maquina imaginable de justicia y cohesión social. Un sistema universitario público eficiente y de calidad hace a las sociedades más móviles: se puede ascender o descender socialmente dependiendo esencialmente del trabajo de cada uno. Esto construye sociedades meritocráticas presididas por un principio de igualdad de oportunidades.
La Universidad permite ese ascenso social al posibilitar el acceder a titulaciones que garantizan el éxito profesional y social. No se en que momento tomasteis la decisión de estudiar una carrera, tal vez esa decisión la tomaron vuestros Padres por vosotros aunque en algún momento la hayáis tenido que hacer propia. No se que elementos pensaron en ese momento en el que decidisteis optar por acceder a la Universidad. Pero seguro que uno de ellos fue la esperanza de que el paso por la Universidad os permitiera ascender o manteneros socialmente. Un peso importante sin duda en vuestra decisión lo tuvo el hecho de que los  licenciados universitarios acaban teniendo más posibilidades de encontrar trabajo, eso sigue siendo así incluso ahora, mejores puestos, más estables y mejor remunerados. Es legitimo esperar que vuestro esfuerzo estos cuatro años se traduzca a lo largo de vuestra vida en unas posibilidades de ingresos y éxito personal y social mayor. Es legitimo que imaginar una vida bien situada, con un buen coche y una buena caa haya sido un elemento motivador en los días de esfuerzo universitario. Lo que espero, lo que deseo, es que el paso por la Universidad os haya cambiado y esa inicial legitima motivación haya sido totalmente desplazada por otras diferentes.
Para explicar lo que quiero decir os voy a contar un cuento, un cuento chino. Mucha gente piensa que en la Universidad sólo contamos cuentos… bueno démosles el último día la razón y contemos un cuento.
Erase una vez una aldea en el lejano oriente. En ella vivía un sabio. Durante años y años había acumulado conocimientos de las ciencias y las artes. La gente del lugar acudía a pedirle consejo. Comprendía las cosas y los sentimientos y gracias a eso transmitía calma y felicidad. Sabía de arte, dominaba las fuerzas que ayudan a entender los cambios de la naturaleza y de la sociedad, comprendía los secretos del firmamento y llego a saber tanto de alquimia que era capaz de convertir cualquier metal en oro.
En esa misma aldea habitaba un joven de buen corazón pero muy ambicioso. Cuando supo que el anciano sabio era capaz de convertir cualquier metal en oro su ambición se desbordo y acudió al sabio a pedirle que le instruyera para dominar ese conocimiento. Los habitantes del pueblo estaban seguros de que el sabio le echaría de su casa. Sin embargo el sabio explico al muchacho que la alquimia era la más compleja de las ciencias y que para convertir un metal en oro debía entender filosofía, historia, física, astronomía… lo que significaría años y años de estudio a su lado. Si deseaba dominar ese conocimiento debía dominarlos todos y ser su aprendiz. El muchacho acepto y en la aldea hubo un gran temor. Nadie entendía como el sabio iba a confiar en ese muchacho avaricioso conocimientos tan valiosos como los que atesoraba. Todos temían que uso iba ha hacer el chico de esos saberes.
Durante los años siguientes el muchacho acudía cada día a la casa del sabio y consumía su tiempo estudiando todos sus saberes y compartiendo con él reflexiones. Cada noche, al terminar un día de duro estudio preguntaba si estaba preparado para dominar el arte de crear oro. El sabio le explicaba que aún le quedaba mucho camino por recorrer. El correcto uso del saber de la alquimia, le explicó, exige comprender sistémicamente el mundo.
Cuando el muchacho dejo de ser muchacho y las canas asomaban en su pelo se olvido del motivo inicial por el que acudía a la casa del sabio. Ya no le preocupaba saber convertir cualquier metal en oro. Algo había cambiado en su modo de pensar. Disfrutaba más con los conocimientos sociales, físicos, astronómicos que con la tontería de disponer de todo el oro que quisiera. Cuando esto ocurrió el sabio consideró oportuno enseñarle los secretos de la alquimia. Lo aprendió pero ya no le interesó. Se dio cuenta que era la menos valiosa de las ciencias que había aprendido. Él había cambiado. Había dejado de pensar como un joven avaricioso para pensar como un sabio comprometido.
Al inicio de esta crisis están economistas extraordinariamente formados capaces de diseñar productos financieros que ocultaban sus riesgos. Eran licenciados muy competentes técnicamente pero en los que no opero un cambio como el que relata el cuento. Acudieron a la Universidad en busca de éxito económico y nunca desplazaron ese objetivo a un segundo o enésimo lugar. Muchos empresarios y políticos de nuestro país han seguido la misma senda. Yo espero que en vosotros haya operado un cambio profundo  lo largo de estos años de formación universitaria que os haya hecho convertiros en profesionales que dominan técnicas, que han desarrollado habilidades y competencias esenciales pero que, además, han comprendido su función y relevancia social, que han desarrollado una ética profesional.
Necesitamos licenciados/economistas extraordinariamente formados pero también dotados de un sentido deontológico y un compromiso social igualmente extraordinario. Habéis disfrutado de una Universidad de calidad pero financiada con impuestos, con contribuciones de trabajadores de clase media que soportan el sector público de este país. Esas personas, la sociedad española, os ha brindado la oportunidad de progresar como personas, estudiar y desarrollar habilidades que sin duda mejoraran vuestros ingresos. Vosotros, con vuestro esfuerzo, habéis aprovechado esa oportunidad. La vida es eso: aprovechar las oportunidades que se nos presentan. La habéis agarrado superando los requisitos, exámenes, tareas y pruebas. Asistiendo a las clases, mejores o peores, haciendo nuevas amistadas entre los que ahora son amigos y colegas de vuestra generación. Todo esto lo habéis ganado vosotros. Pero no olvidéis que la oportunidad os la ha brindado esta Universidad Publica, esta región, este país. El mejor modo de devolver los que os han dado es simplemente ejerciendo vuestra profesión tan bien como seáis capaces.
Promoción 2008-2012, Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Oviedo
Ante una crisis como esta, tan profunda, tan compleja, con tantos cambios anidados entre si, caben dos opciones. Opción primera: quejarse… Quejarse de Merkel, o de nuestros políticos o de los empresarios que despiden trabajadores… Opción segunda: quejarse esta incluido pero después de ello actuar. ¿Cómo? Desarrollar una aptitud activa, o más que eso… pro-activa. Incluso aunque nada se mueva lo impulso yo mismo.
Muchos de vosotros sois dinámicos, tenéis ideas, habilidades para impulsar proyectos. Os he dado clase a muchos de los que estáis aquí y los se. No esperéis a que os llegue el trabajo a casa. Crear vuestras empresas. Poner en marcha alguna de las interesantes ideas que habéis gestado en la carrera. Ser emprendedores dinámicos. Otros muchos tal vez no tengáis ideas empresariales. Acudir a las facultades de ingeniería de nuestra universidad. Ayudar a compañeros que han desarrollado proyectos fin de carrera interesantes a “venderlos”. Es cierto, no os engaño, que la mayoría de los que inicies este camino fracasareis. No importa. No tengáis miedo al fracaso. Pensar en la cantidad de fracasos que acumularon algunos de los lideres empresariales más influyentes de nuestro tiempo. Si un tercio de vosotros arranca una idea empresarial, aunque sólo un tercio del tercio tenga éxito, si eso se mantuviera en esta promoción, y la siguiente, y la siguiente… en unos años estaríamos viendo una Asturias muy distinta, dinámica y emprendedora.
Se que otros muchos no tenéis esa habilidad emprendedora y buscareis trabajo y pronto lo encontrareis. Cuando sea así no seáis trabajadores comunes que cumplen un horario y observan los problemas de su organización empresarial o institucional sin hacerles frente. Ser también pro-activos. Promover mejoras desde vuestro puesto de trabajo. Demostrar que significa contratar a un universitario. Mejorar nuestras empresas desde su base más importante: la productividad de sus trabajadores.
Estas dos aptitudes pro-activas, emprendedora o de empleo asalariado altamente productivo, los que nos dedicamos al campo de la Economía Regional sabemos que son la clave del desarrollo de los territorios.  Los que los hace cambiar. En el fondo detrás de ellas están los dos cambios de los que hablábamos al inicio: Educación e Innovación.
Hay sin embargo algo que realmente me preocupa, y es el grupo de vosotros que abandonareis esta región, este país, en busca de trabajo. Durante el último año a mi despacho habéis acudido muchos buscando consejo sobre lugares en Europa o Estados Unidos donde ir en busca de trabajos u oportunidades que os permitan desarrollar vuestra cualificación. Me preocupa que la mayor parte de la emigración que emite España ahora sea la más cualificada del país perdiendo la oportunidad de aprovechar lo que hemos producido con tanto esfuerzo: el momento de nuestra historia como país donde más población universitaria y altamente cualificada acumulamos. Pero no os puedo pedir que no os vayáis, lo entiendo. Lo que si os puedo decir es que cuando la situación sea mejor… volver, o si no lo hacéis, cuando seguro ocupéis vuestros puestos de responsabilidad en compañías alemanas, británicas, centro-europeas o nórdicas, igual que otros compañeros han hecho antes, no olvidéis la región que os ha dado la oportunidad de llegar. Volver a vuestra región, a vuestro país con la experiencia que hayáis acumulado para desarrollar o tenerla en cuenta en las decisiones que toméis.
Desde fuera de Asturias, emprendiendo en Asturias o trabajando en empresas de la región demostrar este compromiso ético propio de estudiantes pertenecientes a una Universidad pública. Demostrar a la sociedad con vuestro trabajo profesionalmente comprometido que nunca habéis sido un gasto, que sois nuestra mejor inversión.
Muchas gracias y mucha suerte. 

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