Área central, de solución a problema
Un espacio -la gran ciudad que se sustenta en los concejos más poblados de la región- que debería ser una gran fuente de oportunidades para Asturias se está convirtiendo en un grave riesgo para su sostenibilidad futura. Y es que la descoordinación y el crecimiento urbanístico desordenado no sólo impiden aprovechar las potencialidades de una gran ciudad policéntrica, sino que están favoreciendo el desarrollo de una zona desestructurada y dispersa, en la que florecerán los problemas urbanísticos, económicos y políticos si no se ponen en marcha de inmediato mecanismos de coordinación. Ésta es la tesis que defiende Fernando Rubiera Morollón, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo y coordinador del Laboratorio de Análisis Económico Regional (Regiolab), en un estudio referido al espacio metropolitano del Consejo Económico y Social (CES).
«El área central podría ser una gran ciudad impulsora de efectos positivos de gran dimensión, pero la gestión administrativa y estructura política de la misma están impidiendo que esto ocurra y sentando peligrosamente las bases que podrían hacer ciertos los riesgos de una urbanización pésima», advierte el economista ovetense.
![]() |
Pinchar aquí para acceder al estudio completo |
A las carencias económicas y políticas se les unen las urbanísticas. La zona metropolitana, entendida como una ciudad única, tendría una de las densidades de población más bajas del país. Es una tendencia expansiva al alza que debería corregirse con una planificación urbanística que «potencie el desarrollo hacia dentro, con un desarrollo contenido dentro de los límites urbanos», apunta el coordinador de Regiolab.
En el centro, en una distancia muy reducida, conviven tres ciudades medianas (Oviedo, Gijón y Avilés) y varios núcleos menores. De todas ellas está naciendo un área metropolitana, de estructura policéntrica y baja densidad agregada de población. Se dan las condiciones adecuadas para desarrollar las potencialidades de una gran ciudad, pero también para engendrar los riesgos de una pésima urbanización. Al menos de momento, ganan estas últimas. Y lo hacen, fundamentalmente, porque los concejos de la zona no conforman un espacio de alta integración socioeconómica, lo que los expertos llaman «sistemas locales». Esta realidad está teniendo unas nefastas consecuencias que podrían ir a más. «Un análisis comparado de la productividad de la zona con otras de su tamaño muestra que se sitúa muy por debajo de los niveles que potencialmente podría alcanzar; presenta todos los síntomas de crecimiento expansivo y descoordinado que pueden traer consigo el desarrollo de un modelo urbanístico con consecuencias negativas muy difíciles de corregir», explica Rubiera Morollón.
¿Y cómo reconducir la situación? Con una planificación destinada a orientar el desarrollo urbanístico y la coordinación del área central. «No es necesario crear instrumentos jurídicos para dar los pasos necesarios y fomentar las acciones coordinadas en el transporte, la ordenación del territorio, la gestión de residuos, la fiscalidad o las políticas de desarrollo», advierte el coordinador del Regiolab. «Se trata, solamente, de ser conscientes de la importancia de esta coordinación y de las consecuencias que tendría seguir avanzando sin ella».
Un área central coordinada y que funcionara como una ciudad única e integrada desde el punto de vista socioeconómico, aunque de carácter policéntrico, permitiría incrementar en más de un 10% el crecimiento económico de la región, según los expertos. Sería aprovechando los beneficios de las economías de escala y de aglomeración que son propias de las grandes urbes.
La cruz
El economista Fernando Rubiera Morollón advierte de que la zona central de la región no sólo no está aprovechando las potencialidades, sino que la descoordinación y el crecimiento económico desordenado impiden aprovechar las potencialidades de una gran ciudad policéntrica y, además, favorecen el desarrollo de una zona desestructurada y dispersa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario