La
compresión de las dinámicas sociales y económicas que se producen dentro las
ciudades es cada vez más precisa gracias a los avances producidos en el estudio
multidisciplinar del fenómeno urbano. Sociólogos, juristas, geógrafos,
economistas, ingenieros y arquitectos, entre otros, coinciden cada vez más
claramente en sus análisis, aunque aporten perspectivas tan diferenciadas como
enriquecedoras. En la literatura internacional sobre el estudio de las ciudades
hay dos temas que han experimentado un extraordinario desarrollo en los últimos
años gracias a la aplicación de estas perspectivas multidisciplinares: (i) las
ciudades como motor de la creatividad y (ii) las ciudades como fuente de ahorro
y eficiencia energética.
Richard
Florida, profesor de Economía Urbana en la Universidad de Toronto, puso sobre
la mesa hace unos años el concepto de la creative
class (la clase creativa):
artistas, escritores, músicos, actores… que se concentran en ciertas ciudades,
en ciertos barrios a los que les imprimen unas dinámicas creativas que hacen
despegar y desarrollar las potencialidades de toda la comunidad. La idea no es
en absoluto nueva, ya fue perfectamente desarrollada en los años 60 por Jane
Jacobs e incluso modelizada económicamente en los 80 por, entre otros, Edward
Glaeser. Pero Richard Florida ha sabido hacer de ello una idea fuerte en torno
a la que se agrupa un número amplio de investigadores de todo el mundo con
creciente influencia en la política económica.
Paris,
Londres, Nueva York… son sin duda ciudades
creativas. También lo son nuestras dos principales metrópolis: Madrid y
Barcelona. Las ciudades que, como estas,
logran aglutinar artistas diversos generan unas dinámicas que se transmiten a
todos los sectores y las hacen atractivas para la localización de actividades
económicas aparentemente no vinculadas con el arte. Mas o menos conscientes de
ello las ciudades medias se afanan en hacerse un hueco en el selecto club de ciudades creativas. Pero, ¿cómo impulsar
la creatividad en una ciudad media como Valencia o Bilbao? Y si ya es difícil
en ciudades que tienen un tamaño mínimo suficiente… ¿cómo hacerlo en ciudades
pequeñas como Oviedo o Gijón? En ese afán desesperado por señalizarse en el
mundo del arte y la creatividad y tras el éxito, único e irrepetible, del
Guggenheim en Bilbao todas las ciudades han apostado por invertir en grandes
infraestructuras icónicas de la cultura, pensando que si se tenia el tejado
aparecería la casa. Pero no. Sólo leyendo algunas referencias básicas de la investigación
urbana concluiríamos que hay único modo de impulsar la creatividad artística de
una ciudad: invertir sostenidamente en las personas, los creativos, los
artistas y tener mucha paciencia porque el proceso es lento. En nuestras
ciudades hay compañías de danza y teatro, grupos jóvenes de música, artistas
plásticos… que sólo necesitan pequeñas ayudas y pequeños espacios donde desarrollar
y mostrar su creatividad. A ellos un gran edificio icónico les es completamente
inútil.
La
otra apasionante línea de investigación multidisciplinar abierta en torno a las
ciudades es la idea de la ciudad como gran fuente de ahorro y eficiencia
energética. Geoffrey West, físico teórico y director del Santa Fe Institute,
estableció con gran habilidad la conexión entre las ciudades y la eficiencia
energética. Tampoco su idea es nueva, pero en sus trabajos logra integrar mejor
que nadie a la Física, la Biología, la Ingeniería y la Economía. En los últimos
años se esta extendiendo con gran éxito el concepto de la Smart city (la ciudad
inteligente). Como concepto nuevo que es aún no tenemos claro como definir
exactamente a una smart city, pero
una ciudad inteligente se identifica
fundamentalmente con aquellas que haciendo uso de los avances tecnológicos
alcanzados logran usar la energía y los recursos naturales con extraordinaria
eficiencia.
Nuestra
vecina Santander se ha convertido en la primera ciudad española y una de las
primeras del mundo en establecer un sistema de monitorización completo de la
vida urbana. Es la primera Smart city
de España, un laboratorio vivo de 180.000 personas, aquí… junto a nosotros.
Ello ha sido posible gracias al apoyo dado al el grupo de investigación en
ingeniería telemática de la Universidad de Cantabria liderado por el profesor
Luis Muñoz. Nuevamente una inversión en personas, no en grandes infraestructuras.
Conozco amigos aquí, en Asturias, que se afanan en hacerse un hueco en la
industria de la iluminación LED o en otros campos de la industria asociada a la
eficiencia energética y es reconocida la calidad de investigación en ingeniería
de la Universidad de Oviedo. Hay amplia base en Asturias para ser una smart city o una smart region.
En
definitiva, si algo nos esta enseñando el estudio de los fenómenos urbanos es
lo importante que es invertir en personas. Invertir en ciudadanos creativos e
inteligentes que son los que lideran el proceso de hacer a las ciudades
creativas e inteligentes.
Publicado en La Nueva España el 21 de abril de 2013.
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