La ciudad de Oviedo nace a la orilla del río Nora, que ahora hace de frontera entre los municipios de Oviedo, Siero y Llanera. Esto hace que la ciudad esté ubicada en el borde Noreste de su término municipal. La frontera con Siero bordea los límites de La Corredoria y la frontera con Llanera se sitúa sólo un poco más al Norte. Oviedo tiene muy difícil expandirse al norte por el monte Naranco y las pendientes existentes al Suroeste tampoco facilita su desarrollo por esta zona. De manera natural la ciudad puede crecer por el Oeste, la Florida y Las Campas, y por el Noreste, Tenderina y La Corredoria. Las infraestructuras son mejores al Noroeste, por donde Oviedo conecta con Gijón y Avilés pero donde el municipio termina inmediatamente. De manera natural, por su localización y geografía urbana, Oviedo está abocada a crecer fundamentalmente fuera del municipio de Oviedo. Además la capital asturiana está rodeada de núcleos poblacionales importantes muy próximos tales como Lugones, Pola de Siero, Llanera, Mieres o Langreo entre otros. Estos núcleos son ideales ciudades residenciales dado que ofrecen precios de la vivienda menores pero contando con múltiples servicios locales. Nótese que Gijón es un caso bien distinto al tratarse de una ciudad ubicada en el centro de la franja costera de su municipio y con un número de localidades a su alrededor menor que, en todo caso, pertenecían al mismo término municipal por lo que han quedado integradas en la ciudad. Un ejemplo es lo ocurrido con La Calzada que hoy esta integrado plenamente en Gijón.
Perro a estas condiciones geo-urbanas favorecedoras de un crecimiento de la ciudad fuera del municipio se une una política local que, sin quererlo expresamente, ha provocado una auténtica sangría poblacional. Durante dos décadas la política municipal ha tenido como prioridad máxima la mejora estética de la ciudad. Se pavimentaron calles a ritmos únicos en España. Se invirtió intensivamente en farolas, jardineras, fachadas… Se hicieron extraordinarios esfuerzos en infraestructuras. Todo ello indudablemente transformó estéticamente a la ciudad pero también, como veremos ahora, la transformó poblacionalmente. El esfuerzo estético de Oviedo tuvo que venir acompañado, lógicamente, de una mayor presión fiscal. Los Ayuntamientos en España disponen de muy pocos instrumentos fiscales por lo que la carga fiscal se notó pronto en el impuesto más importante de todo Ayuntamiento: el IBI. Esto elevó el precio real de la vivienda en Oviedo que ya era alto por la presión que ejerce la Administración del Estado en las capitales de Comunidad. La conclusión es clara: entre la presión de la capitalidad, la configuración urbana de la ciudad y la presión fiscal, vivir en Oviedo se hizo relativamente caro.
El resultado se dejó notar pronto. Lugones, La Fresneda, Pola de Siero, Llanera… crecieron aceleradamente como ciudades satélite de Oviedo aprovechando menores costes del suelo y más bajos impuestos locales. En torno a tres cuartos de la población ocupada de Lugones y La Fresneda trabajan en Oviedo. Más de un tercio de la población ocupada de Llanera y Pola de Siero hace lo mismo. Estamos hablando, si sumamos pequeños núcleos del entorno, de una situación en la que un volumen de población cercana al que reside actualmente en Avilés trabaja en Oviedo sin residir en su municipio.
Ahí está la trampa. Oviedo trata de hacerse más atractiva mejorando su estética urbana. En ese proceso incrementa la presión fiscal y aumenta el, ya de por si alto, coste de vida en la ciudad. Con ello impulsa aún más su tendencia natural a la fuga de población hacia los municipios limítrofes. El tipo de población que escapa es principalmente población joven por dos razones. Primero, porque están al inicio de su vida laboral y disponen de ingresos habitualmente bajos, por lo que son muy sensibles a los costes de la vivienda y los impuestos asociados a ella. Y, segundo, porque son las familias jóvenes las que proyectan tener hijos y necesitan viviendas de mayor superficie, lo que supone un incremento en el precio que, en Oviedo, no se pueden permitir. La gota que colma el vaso de este proceso la pone el centro comercial Parque Principado. La iniciativa privada identifica pronto la existencia de un conglomerado de ciudades residenciales de cerca de cien mil habitantes a las puertas de Oviedo y crea un centro artificial, una ciudad de ciudades. El éxito de Parque Principado, justificado por la existencia de una amplísima población localizada fuera de Oviedo que usa el coche como principal, casi único, medio de transporte, implica un riesgo para el pequeño comercio de barrio de Oviedo, claramente menguado en los últimos años. Al final se escapa población y negocio de la capital. Se escapa con ello ingreso fiscal y, aunque suba impuestos, Oviedo recauda menos y ve como las arcas públicas no se recuperan. Lo peor de todo es que la ciudad pierde población joven, dinámica. Pierde vida. Y con ello pierde atractivo.
Por supuesto, Oviedo descubre esta trampa y reacciona con acierto ante ella. La Corredoria es un barrio que literalmente explota poblacionalmente en la última década. Es una acertada operación del Ayuntamiento para frenar la masiva pérdida de población. De cero a cien en diez años, La Corredoria es un ejemplo del potencial de crecimiento que Oviedo estaba perdiendo. A pesar de ello el principal centro comercial de La Corredoria es ya irrevocablemente Parque Principado, ubicado, política y fiscalmente, en Siero, aunque sea por metros (centímetros en el caso del Ikea).
Oviedo, pese a años invirtiendo en estética no se siente atractiva. Siente que ha perdido su frescura, su espontaneidad, su juventud. Ahora es fundamental coordinar el espacio metropolitano que se ha creado entre la capital y los satélites y aprovechar en positivo esa realidad ya conformada. Creo que es muy importante potenciar la vida social, cultural y comercial de los centros urbanos de Llanera, Siero, Lugones, La Corredoria… como subcentros urbanos pero apoyar simultáneamente el centro de Oviedo como centro superior. Conectarlos con buen transporte público e integrarlos en una realidad coordinada. Recuperar el comercio de barrio, el de proximidad, entendiendo que Llanera, Siero, Lugones son tan barrios de Oviedo como la propia La Corredoria, pero reforzar el papel del centro principal de Oviedo frente a centros comerciales que potencian estilos socio-culturales tradicionalmente ajenos a nuestra tradición regional. Esta integración de ciudades medias y núcleos rurales con paisajes urbanos y rurales entremezclados que se da en el área central de Asturias puede ser increíblemente valiosa.
Publicado en la columna "El espacio de la Economía" de La Nueva España el 10 de mayo de 2015
Comentando lo mismo con un amigo y antiguo compañero de una asignatura de máster que impartes también se pueden ver las diferencias entre Oviedo y Gijón a partir de ciertas de la tarde y de la noche. Mientras que en Oviedo una parte considerable de sus calles queda libre de peatones en Gijón la ciudad permanece viva.
ResponderEliminarEso, entre otras cosas, se debe a esa falta de población joven y de establecimientos comerciales y de ocio (tampoco son demandados por su población envejecida y por el "commuting", quienes trabajan allí realmente residen en los municipios de alrededor).