El pasado viernes 24 de junio el Reino Unido sorprendió al mundo y a la Unión Europea con su decisión de salida del proyecto de integración europeo. Existe prácticamente consenso entre expertos de todo el mundo en que el Reino Unido cometió un incomprensible error con esta decisión cuyas consecuencias políticas, sociales y económicas serán graves, no solo para el Reino Unido sino también para los países de la Unión. España puede ser uno de los más afectados tanto por la pérdida de poder adquisitivo que sufrirán los abundantes turistas británicos que llegan a la costa mediterránea de nuestro país cada verano como por el impacto sobre nuestro comercio exterior, dado que el Reino Unido era uno de los principales destinatarios de las exportaciones españolas. A pesar de ello, creo que si se realiza una salida pausada y se negocia un acuerdo comercial preferente estos impactos sobre España serán menores. Sin embargo, me preocupa más una importante consecuencia espacial de una Europa sin Reino Unido que puede perjudicar particularmente a Asturias y que puede llegar a ser importante en el largo plazo.
Todos los países y continentes desarrollan lo que en la literatura de economía urbana y regional denominamos como dinámicas centro-periferia. Ciertas zonas concentran la actividad económica más avanzada convirtiéndose en las regiones centro y el resto, por oposición, se configura como la periferia. Pero no toda la periferia es igual. El desarrollo del centro tiende a expandirse espacialmente por corredores o ejes de crecimiento. Hay pues una periferia “menos periférica”, la que se conecta fácilmente a estos corredores, y una periferia más intensa, la que queda claramente alejada de los mismos. El principal factor que genera la configuración del centro de un país es la concentración o proximidad de grandes aglomeraciones urbanas, las principales ciudades del país o continente. La principal causa de la generación de corredores de crecimiento es la conexión entre el conglomerado urbano central y las principales ciudades de la periferia a través de de buenas infraestructuras de comunicación intensamente utilizadas.
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Regiones del arco Atlantico |
El centro de Europa y sus principales corredores de desarrollo están muy claramente definidos. El centro lo conforma el conglomerado de grandes metrópolis contenido entre Londres al Oeste, París al Sur, varias ciudades de los países bajos al Norte (Ámsterdam, Copenhague, Bruselas, Luxemburgo…), y la línea entre Milán y Berlín en el borde Sureste y Noreste. Este espacio central se expande por varios corredores de desarrollo continentales. Dos de esos corredores llegan hasta España. El principal es el arco Mediterráneo que desde Milán se extiende por el norte de Italia hasta Roma y desde París baja por el Sur de Francia hasta Barcelona continuando, más debilitado, hasta Valencia por la costa y por el eje del Ebro, de Zaragoza a Madrid, por el interior. El segundo corredor fundamental para nuestro país es el llamado arco Atlántico. Arranca en Dublín, toma fuerza en Londres y las principales ciudades industriales de su periferia y del Sur de Inglaterra, recorre la costa Atlántica de Francia y llega hasta Bilbao. Este es el corredor de desarrollo al que trata de vincularse Asturias mediante el puerto de Gijón y la autovía del Cantábrico.
Es evidente que el Reino Unido, especialmente la gran city londinense y su entorno industrial, es el principal activo del arco Atlántico. Sin estas piezas británicas el corredor se queda muy debilitado y tenderá a desplazarse hacia Francia. Si eso ocurre no es buena noticia para Asturias porque dicho desplazamiento hacia el continente refuerza el papel de Bilbao y reduce la posición central del Puerto de Gijón. En síntesis, es muy difícil saberlo porque todo depende de cómo quede configurada la relación del Reino Unido con la Unión, pero la recomposición de los ejes de desarrollo de Europa como consecuencia del Brexit puede dañarnos.
En un extraordinario artículo, publicado en 1999 en la prestigiosa revista Regional Studies (precisamente británica), dos de los más relevantes investigadores de economía regional, Jean Paenlink y Mario Polèse, plantearon un modelo teórico de los impactos que tiene un proceso de integración comercial continental, como la Unión Europea o el NAFTA, sobre las dinámicas de desarrollo regional. Su trabajo ha sido muy valioso para prever cómo se alterarán los ejes centro-periferia de un país cuando se integra en una unión continental. Hemos usado múltiples veces los postulados teóricos de su modelo para comprender las dinámicas de crecimiento y convergencia de estudios que efectuamos para España o México u otras economías.

Publicado en La Nueva España el 17 de julio de 2016
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