Directrices metropolitanas: primeros pasos en la dirección correcta

En el centro de Asturias, en un radio de apenas 45 km, existe una extraordinaria variedad de paisajes. Podemos encontrar zonas mineras, zonas industriales y logísticas unidas a maravillosos paisajes naturales y entornos tradicionales agrarios y pesqueros. Y en medio de este extraordinario entorno crecen y se desarrollan nuestras ciudades y núcleos poblacionales, que se complementan entre sí aunque manteniendo cada uno de ellos su propia identidad. La dimensión de nuestras ciudades está adaptada a la escala humana, haciéndolas muy agradables para vivir y trabajar, pero son pequeñas para ser competitivas en un entorno globalizado donde prima el dinamismo y competitividad que generan las urbes de, al menos, medio millón de habitantes. Lo extraordinario es que por separado ninguna de nuestras ciudades alcanza la escala suficiente para impulsar la actividad económica mas sensible a la aglomeración, pero juntas conforman un espacio de más de 800 mil habitantes que podría convertirse en uno de los principales nodos económicos del noroeste peninsular. 
En 1976 se inauguró la que, en mi opinión, ha sido la principal infraestructura jamás realizada en nuestra región: la autopista “Y”. La “Y” nace para responder a un creciente flujo de mercancías y personas entre Avilés, Gijón y Oviedo. Su aparición fue decisiva para impulsar mucho más la integración de estas tres ciudades y de los núcleos de su entorno. Hoy, cuatro décadas después de la inauguración de la “Y”, en el centro de Asturias ha emergido claramente una gran región metropolitana polinuclear. La intensidad de los flujos es perfectamente comparable, incluso superior, a la que ocurre en otras metrópolis como Bilbao o Vigo, ya reconocidas institucionalmente. La única particularidad en Asturias es que no hay un centro único sino que se trata de una realidad polinucleada con flujos cruzados. 
Hay dos posibilidades ante esta realidad. Una es no hacer nada y confiar en que el desarrollo urbano espontaneo futuro sea mínimamente sostenible. La otra es tratar de ordenar su crecimiento. En mi opinión la primera opción puede tener consecuencias nefastas mientras que la segunda puede ayudar a impulsar las potencialidades de la región metropolitana que está emergiendo al tiempo que limita sus impactos negativos. 
Imaginemos que se sigue sin hacer nada. Avilés, Oviedo y Gijón junto con todos los municipios del área central seguirán creciendo independientes, aunque cada vez más interrelacionados. Seguiremos viendo como se reproducen disfuncionalidades cómo las que han ocurrido hasta ahora fruto de la falta de coordinación institucional. Cada municipio querrá tener e impulsar su polígono industrial y muchos querrán tener su parque científico y tecnológico o su gran centro comercial. A parte de ver cómo se destruyen entornos naturales valiosos la mayor parte de los proyectos fracasarán al no alcanzar las dimensiones mínimas necesarias entorpeciéndose entre ellos. La falta de una visión de conjunto hará que sigamos asistiendo a desarrollos residenciales ubicados junto a espacios industriales con los consiguientes riesgos y consecuencias. Al no haber planes de movilidad coordinados moverse en el área central seguirá siendo complicado y se tenderá al uso intensivo del vehículo privado. Lo normal será que las familias que vivan en este espacio polinuclear, sin un centro único compactador y que usan el vehículo privado como principal medio de transporte, opten por modelos residenciales unifamiliares dispersos. Al final, dentro de dos o tres décadas, tendremos un conglomerado de ciudades independientes pero fuertemente interconectadas que han tendido a la dispersión y presentan graves problemas de tráfico y contaminación y sin que hayan logrado aprovechar las potencialidades de su tamaño conjunto. 
Imaginemos, por el contrario, que reconocemos institucionalmente a la región metropolitana que esta naciendo en el centro de Asturias. Consecuentemente proponemos primero unas directrices que ordenen su crecimiento basándonos en criterios de compacidad y potenciación de la vida en los centros urbanos y los barrios y creando espacios de ocio e interacción comunes. Simultáneamente podemos impulsar la gobernanza de este espacio mediante consorcios que aprovechen potencialidades de la escala metropolitana en la prestación de servicios. Y, muy importante, afianzamos un modelo de transporte multimodal esencialmente apoyado en el ferrocarril como medio de conexión inter-urbano junto con el autobús y la peatonalización para la movilidad intra-urbana. Creo que este segundo camino nos llevará a un resultado muy distinto. No estoy seguro de que la región metropolitana asturiana pueda llegar aprovechar 100x100 sus potencialidades, dada la complejidad urbana que existe, pero hay un enorme margen de mejora. Y, en el peor de los casos, como mínimo, estaremos construyendo una paisaje urbano ordenado, idílico para vivir y que evite la degeneración medioambiental que una expansión urbana desordenada puede generar.
El pasado miércoles el Gobierno del Principado de Asturias presentó el documento de avance de las directrices para la ordenación del área central. Creo que este documento es el primer paso en la dirección del segundo camino antes apuntado. En el documento se delimita el área central, primer requisito indispensable para poder darle soporte institucional, y se analiza en profundidad la realidad de dicho área en un análisis profundo de los equipamientos y infraestructuras así como las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que existen. Sobre esa base se hacen propuestas concretas de ordenación y coordinación que ahora se tratará de enriquecer con la discusión pública. 
Creo que éste es el primer paso fundamental para echar a andar un proyecto de área metropolitana central. Desde luego, no basta con unas directrices. Los siguientes pasos fundamentales son avanzar en la gobernanza y movilidad en este espacio metropolitano. Pero es, en mi opinión, un primer paso en la dirección correcta. Entre encontrarnos dentro de veinte años con un paisaje urbano complejo y dañino o con una paisaje urbano idílico existe una delgada línea y que, en mi opinión, consiste en si existe o no una visión estratégica de conjunto.

Publicado en La Nueva España en marzo de 2016

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