Sobre los coches, la contaminación y nuestras ciudades

Estas últimas semanas Asturias ha presentado índices de contaminación atmosférica muy elevados, similares a los de Madrid donde han saltado todas las alarmas. Sin embargo, el origen del problema en nuestra región es diferente al caso madrileño. La contaminación de Madrid procede principalmente del masivo trafico diario. Aquí, aunque el tráfico en el área central incrementa el problema, la causa principal es la especialización de nuestra región en actividades industriales altamente contaminantes. No obstante, observando lo que ocurre en Madrid o en otras ciudades, podemos imaginar como se puede llegar a agravar este problema en Asturias si en la emergente área metropolitana central sigue creciendo el uso del automóvil y aumentando la congestión del tráfico. 
Cuando en las ciudades no había coches, o estos eran un lujo al que sólo podían acceder un reducido número de privilegiados, las distancias urbanas debían ser lo mas reducidas posibles para poder ser recorridas diariamente a pie, o en bicicleta, y los transportes colectivos debían ser forzosamente eficientes. Esto daba lugar a urbes compactas sostenibles por su reducida contaminación y moderado uso del suelo; el modelo tradicional de ciudad europea. Algunas ciudades, como Ámsterdam o Copenhague, han tratado de cuidar mucho su crecimiento para seguir respondiendo a esta lógica y expulsar, en la medida de lo posible, a los coches fuera de la ciudad. En estos y otros casos ejemplares la mayor parte de la población se mueve diariamente andando o en bicicleta, con los consiguientes efectos positivos sobre su propia salud y la de la atmosfera. 
Pero la realidad para la mayoría de las ciudades del mundo es que cuando los niveles de renta media hacen que el coche sea un bien accesible para la mayoría de la población la ciudad se transforma. Ésta se adapta al uso masivo del vehículo privado, las distancias pierden relevancia y las zonas residenciales se dispersan. Las ciudades dejan de ser compactas, haciendo poco rentable el transporte público, y el coche se hace esencial integrándose en el día a día cotidiano de las familias. Para facilitar la utilización de más vehículos se mejoran las autopistas añadiendo más carriles. Nuevos centros comerciales adaptados al coche nacen en la periferia, mientras los centros de las ciudades pierden dinamismo. Al final la mayor parte de la población se mueve diariamente en coche y se van perdiendo costumbres tradicionales como pasear la ciudad. 

Si en una ciudad pequeña, como Oviedo o Gijón, tan sólo el 10% de su población elije vivir en urbanizaciones periféricas y usar diariamente el coche hablamos de unas 25 mil o 30 mil personas que provocan moderadas urbanizaciones periféricas y desplazamientos diarios sostenibles de unos 10 mil o 15 mil vehículos. Pero si esa lógica se extiende a más de la mitad de la población nos enfrentaremos a complejos residenciales periféricos de más de 250 mil personas con la consiguiente suma de movimientos diarios de vehículos que ninguna red de carreteras estándar podrá soportar. Los centros de Oviedo y Gijón colapsarán con lo que comercio y actividades económicas tenderán a moverse a nuevos emplazamientos periféricos (centros comerciales) adaptados para los coches. Nuestras ciudades, tal y como las conocemos, irán marchitándose a favor de una gran urbe dispersa atravesada por autopistas y nucleada por centros comerciales. Parece lejano pero ya esta empezando a ocurrir y, si no se hace nada, es tan evidente que pasará dentro de diez años como hace diez años ya sabíamos perfectamente que Madrid acabaría ahogada en la contaminación de sus propios vehículos. 
La poderosa industria del automóvil vende la idea de que el coche soluciona los problemas de la ciudad. Si la ciudad tiene ruido y contaminación, pues vive lejos de ella y, por supuesto, adquiere uno o dos buenos, seguros y confortables coches para los desplazamientos diarios de tu familia. Si los coches contaminan, cambia el tuyo por otro nuevo que, supuestamente, emita menos CO2. La paradójica solución a los problemas que producen los coches siempre pasa, según la industria del automóvil, por más coches. Sin embargo, la verdadera solución es reducir el número de vehículos circulando, diseñando ciudades compactas, con mejores transportes públicos y amigables para bicicletas y peatones. 
Están llegando cambios que aún nos suenan a ciencia ficción pero que cada día son más cercanos. Elon Musk, emprendedor visionario y empresario revolucionario, esta cambiando la industria del automóvil en Estados Unidos con el admirable proyecto Tesla. Los Tesla son los primeros coches enteramente eléctricos con autonomías y rendimientos iguales o superiores a un buen motor de gasolina. Google, Apple y la propia Tesla, investigan vehículos sin conductor alcanzando éxitos interesantes. Imagínense una ciudad inteligente, monitorizada con sensores de flujos de población que nos permitan prever con precisión los movimientos diarios de la población, sin coches salvo por una eficiente red de vehículos eléctricos públicos auto-conducidos que complementen los trasportes colectivos. Es el futuro, no excesivamente lejano… pero es futuro aún. A corto/medio plazo lo que nos toca es lidiar con un creciente número de coches altamente contaminantes y con una tendencia a la dispersión residencial de nuestras ciudades.
Estas semanas se esta celebrando en París la Cumbre del Clima (COP21) en la que países todo el mundo buscan alcanzar un acuerdo global para reducir la emisión de gases invernadero y frenar el aumento de la temperatura que amenazan la estabilidad climática del planeta. Sobre la mesa se ponen ideas, muchas de ellas relacionadas con la forma de las ciudades y el uso del automóvil. Es evidente que todo este debate y los acuerdos que se adopten en París no nos son ajenos. Hay que evitar caer en un problema de contaminación crónica, industrial y urbana en el caso de Asturias, anticipando los problemas y controlando el modo en que se desarrolla el área central de Asturias. Al margen de nuestra especialización industrial, la estructura urbana de Asturias, con tres ciudades principales y múltiples núcleos intermedios con una movilidad creciente entre ellos y que van desarrollando urbanizaciones dispersas en su entorno, es especialmente peligrosa. Resulta fundamental cuidar los centros de nuestras ciudades y núcleos poblacionales impulsando su comercio local, frenando el desarrollo de centros comerciales en la periferia (aunque a esto ya llegamos tarde) y mejorando, en lo posible, la eficiencia del transporte interurbano sostenible (el ferrocarril) en el centro de la región.


Publicado en La Nueva España el 20 de diciembre de 2015

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