Comparativa entre la evolución del precio del alquiler y la renta en los municipios españoles
El concepto de zona tensionada de la nueva ley de derecho a la vivienda: reflexiones desde la Economía Urbana
· Que el coste de la vivienda en el presupuesto de las familias, más los gastos y suministros básicos, supere el 30% de la renta media de los hogares.· Que el precio de las viviendas haya experimentado, en los últimos cinco años, un porcentaje de crecimiento acumulado de al menos tres puntos porcentuales por encima del porcentaje de crecimiento acumulado del índice de precios de consumo de la Comunidad Autónoma.
La rentabilidad de la Ciencia y la innovación: impacto de las ayudas a la inversión en I+D+i en la economía asturiana
Geoffrey Hewings y las enseñanzas de la Economía Regional: el valor de cooperar frente a competir
Análisis del efecto sede en la distribución regional de la inversión en I+D+i en España
Innovar para crecer: reflexiones sobre la ciencia en Asturias
La inversión en Investigación, Desarrollo e innovación, la famosa I+D+i, es una de las principales fuentes generadoras de crecimiento económico y desarrollo social de los países y regiones. Por un lado, la I+D+i conduce a innovaciones en productos que hacen a las empresas más competitivas, mejora la calidad de vida de los consumidores y dinamizan los mercados. Por otro lado, genera innovaciones de proceso que permiten producir de una manera más eficiente. En muchas ocasiones, estas innovaciones de proceso resultan claves para desarrollar soluciones para enfrentarse a crisis, como la actual crisis de cambio climático. Asturias, por ejemplo, destaca en este contexto, ya que lidera a nivel mundial innovaciones ligadas a producir de una manera más responsable con el medioambiente en el entorno industrial mediante la producción de acero empleando hidrógeno verde. Este es solo un ejemplo de cómo la inversión en ciencia permite ir asentando un modelo productivo apoyado en el conocimiento y la tecnología que posibilitará un mayor y más sostenible desarrollo económico y social.
Es precisamente por ello que el impulso del esfuerzo inversor en I+D+i es una de las máximas prioridades de la Unión Europea desde hace décadas. Para concretar este compromiso de la Unión Europea con la ciencia y la innovación se ha fijado un objetivo sencillo de visualizar y cuantificar: lograr que la inversión en I+D+i alcance el 3% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión. En España, donde la mayoría de las regiones sitúan su esfuerzo inversor en I+D+i claramente por debajo del 2% (en muchos casos, como ocurre en Asturias, por debajo del 1%), el objetivo del 3% marcado por la Unión Europea se ha convertido en una meta difícil de alcanzar. Pero la búsqueda de un porcentaje arbitrariamente establecido por el conjunto de países europeos, donde existe una elevada heterogeneidad tanto científica como económica, no debería despistarnos del que debería ser nuestro verdadero objetivo: impulsar a la ciencia incrementado, en la medida de lo posible, su financiación, pero diseñando políticas de impulso de la Investigación, el Desarrollo y la innovación con las que se logre optimizar cada euro invertido. Es decir, además de aumentar el presupuesto para ciencia en nuestra región es igualmente necesario diseñar un modelo científico propio que sea capaz de maximizar el impacto económico de la inversión en I+D+i teniendo en cuenta la realidad del tejido empresarial y del sistema científico y tecnológico de Asturias.
Esta es la función principal que tiene asignada la Cátedra para el análisis de la innovación en Asturias, desarrollada por la Universidad de Oviedo y financiada por el GITPA (Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad). Mediante diversos análisis, que vamos convirtiendo en informes –disponibles todos ellos en la web de la Cátedra: www.cinnova.es–, buscamos promover una reflexión permanente sobre la realidad económica de Asturias y de nuestro sistema científico, tecnológico e innovador para que con ese conocimiento se vayan orientado las características que debería tener el modelo asturiano de impulso de la ciencia y la innovación. Tras un año y medio de funcionamiento vamos acumulando una serie de evidencias y conclusiones que nos permiten hacer algunas primeras recomendaciones.
A pesar de que la inversión en I+D+i en Asturias se sitúa por debajo del 1% del PIB, en el resto de los indicadores que aproximan potencial innovador observamos que nuestra región está bien o incluso muy bien situada (véase el amplio análisis comparado que se realiza en el tercer informe de la Cátedra disponible en la web antes citada). Destaca la capacidad de formación de investigadores de la región, que nos hace ser exportadores de talento científico. Tenemos que ser capaces de retener el potencial que generamos. Hay que promover programas de financiación de la investigación propios que sean estables y consistentes en el tiempo ofreciendo una carrera digna a las personas que, destacando en su campo, deciden quedarse a realizar su investigación en nuestra región.
Segundo, hay que crear un modelo científico propio estable, consistente en el tiempo y liberado de trabas que señalice a Asturias como una región amable para la ciencia y la innovación.
Hay dos realidades que hacen mucho daño al sistema científico español y que nada tienen que ver con la financiación. La primera es la elevada carga burocrática a la que está sometida la ciencia en España. Realmente es algo que ahoga a los centros y grupos de investigación de pequeño tamaño, que son los que precisamente abundan en Asturias. La segunda es la inconsistencia de objetivos, programas y condiciones a lo largo del tiempo. En ciertos momentos llegan recursos puntuales que luego desaparecen. Lo más dramático es la inconsistencia de las becas y contratos laborales de investigación, que dejan desamparados durante varios meses a cientos de investigadores cada año en España, simplemente por falta de coherencia en el diseño de las becas y contratos. Asturias puede afrontar estas dos realidades con ánimo reformista para señalizarse como una región amable para la ciencia pactando un modelo que sea consistente en el tiempo, trasversal a gobiernos de distinto color, y que busque destacar por su eficiencia administrativa. No es una tarea en absoluto sencilla, pero la región que aborde esto primero tendrá grandes ventajas.
Tercero, la necesitad de combinar en Asturias lo público y lo privado.
Hemos comprobado como, dependiendo del nivel de desarrollo de cada región, cambia el papel de lo público y lo privado (véase el cuarto informe de la Cátedra disponible en la web antes apuntada). Para Asturias el modelo ideal es aquel que sea capaz de combinar eficientemente ambas fuentes de inversión en I+D+i. Nuestro sistema científico empieza a tener potentes centros de investigación vinculados a empresas destacadas de la región. Pero, hoy por hoy, la investigación pública sigue siendo el motor de la ciencia en Asturias. Si se hace una apuesta apoyada únicamente en lo público se puede desaprovechar el potencial de la investigación privada en la región, fomentando modelo científico capaz de generar nuevos conocimientos básicos, pero poco centrado en desarrollar productos o procesos de valor económico. Sin embargo, si se confía sólo en lo privado es muy probable que los resultados, más allá de casos concretos, sean aún decepcionantes dadas las condiciones socioeconómicas actuales de la región. La clave para la realidad concreta existente en Asturias está en fomentar la colaboración público/privada mediante interrelaciones entre investigadores que están dentro del sistema público e investigadores vinculados al emergente sistema privado. Esa colaboración permitirá hacer una investigación más capaz de identificar oportunidades de negocio y necesidades concretas de las empresas asturianas.
En definitiva, nuestro sistema científico, absolutamente capaz de generar talento, está también preparado para responder a los estímulos, generando también crecimiento económico y social para Asturias. Se necesita incrementar en la medida de lo posible el esfuerzo inversor, pero haciéndolo de modo inteligente –combinando recursos públicos y privados–, y consistente en el tiempo –afrontando las reformas que sean necesarias para hacer de Asturias un lugar amable para la ciencia–. Todo ello debería estar siempre centrado en los protagonistas de la ciencia e innovación: las/los investigadores.
Publicado en La Nueva España el 10 de abril de 2022
Gijón y el programa Next Generation de recuperación de Europa: la estrategia urbana como eslabón fundamental entre los proyectos locales y los grandes fondos europeos
El 21 de julio de 2020 los líderes europeos llegaron a un acuerdo para crear un fondo sin precedentes en la Unión que contribuyese a la reparación de los daños económicos y sociales provocados por la pandemia de coronavirus y facilitase una acelerada recuperación y modernización de las economías europeas. Durante el periodo 2021-2024 la Unión pondrá en juego la impresionante cantidad de 750 mil millones de euros articulados mediante distintos instrumentos financieros. Este gran programa de recuperación ha sido bautizado como Next Generation (para más información véase la web de la Comisión Europea: plan de recuperación para Europa).
La movilización de este volumen de recursos sin precedentes es una extraordinaria oportunidad para que, al tiempo que se facilita la reconstrucción de nuestras economías, se de un fuerte impulso a los grandes objetivos de la Unión Europea. Por esta razón se han planteado los fondos de reconstrucción Next Generation como ayudas condicionadas necesariamente vinculadas a proyectos concretos que faciliten: (i) la modernización y digitalización de nuestras sociedades, (ii) la transformación energética o (iii) el crecimiento medioambientalmente sostenible, así como (iv) una integración más justa de la mujer en la sociedad y en el mercado de trabajo. Cuando se habla de que la ayuda de la Unión será “condicionada” nos estamos refiriendo justamente a esto: no se podrán usar estos fondos en cualquier proyecto sino solamente en aquellos que estén en línea con las grandes estrategias de la Unión.
Si vamos descendiendo, de lo macroeconómico a lo microeconómico, de las cifras agregadas a la realidad del día a día de Asturias o Gijón, nos tenemos que dar cuenta que hay que “ponerse las pilas” para identificar los proyectos que mayor impacto pueden tener en nuestra región y en nuestra ciudad para captar los fondos Next Generation y, lo que es mas importante, para usarlos inteligentemente en proyectos que nos aseguren la recuperación, primero, y, después, dar el salto a una economía moderna, verde y justa entre géneros. No hay que cometer de nuevo los errores que se cometieron con los fondos mineros. Hay que evitar caer en financiar proyectos de dudoso efecto en la competitividad de la región, o grandes obras e infraestructuras de muy costoso mantenimiento. Dejémonos de proyectos tan impactantes como inútiles y vayamos a lo que de verdad puede transformar nuestra sociedad, nuestra región y nuestras ciudades.
Lo que se trata es que el dinero llegue a todas las empresas, emprendedores y proyectos innovadores en los que se pueda apoyar un crecimiento económico sostenible que genere empleos de calidad. Esta claro que habrá recursos para la modernización energética buscando nuevas formas de producir energía ayudando a completar el proceso de descarbonización de nuestra región. Pero eso sólo será una parte de los fondos. Para obtener el mayor volumen de recursos posibles hay que desarrollar otros proyectos mas generales que consigan integrar las piezas de sostenibilidad, digitalización y feminización. Por ejemplo, el impulso de un modelo de movilidad metropolitana sostenible que reduzca el uso del vehículo privado mediante el impulso y modernización en la gestión de una red ferroviaria medioambientalmente sostenible capaz de integrar muy eficientemente las ciudades y núcleos poblacionales del área central. O la digitalización de las zonas rurales unida a proyectos de comercialización directa (productor/consumidor) de productos locales.
Cuando dejamos atrás las macro-cifras y nos enfrentamos a los micro-proyectos vamos entendiendo que una gran parte de los recursos europeos se canalizaran a través de proyectos de regeneración urbana. Nada de grandes obras impactantes, pero mucho de micro-proyectos locales que hagan de Gijón una ciudad moderna, digital, sostenible, feminizada y digitalizada.
Para evitar perder recursos y, lo que aún sería peor, para que los que captemos no se usen mal, lo que debemos es tener una estrategia clara. Estrategia como región y dentro de ella una estrategia de Gijón como ciudad. ¿Cuales son los objetivos de Gijón para la próxima década? ¿Qué sectores tienen mayor proyección y potencialidad dentro de la ciudad? ¿Qué empresas o emprendedores están innovado? ¿Qué proyectos de investigación son mas relevantes para Gijón? ¿Cuáles son los retos medioambientales y energéticos de Gijón? Respondamos a estas preguntas, prioricemos proyectos conforme a una estrategia como ciudad y como región y captemos todos los fondos posibles para desarrollarlos. Ojo, 2021 esta a la vuelta de la esquina lo que implica que, además, hay que hacer toda esta reflexión muy rápido y pasar a la acción inmediata.
Texto publicado en blog de la Sociedad Cultural Gijonesa (15 de octubre de 2020)
¿Anticipa la crisis inmobiliaria en Nueva York un nuevo modelo de ciudad post-COVID? Reflexiones sobre Urbanismo en tiempos de pandemia
El siglo XXI arrancó con el absoluto dominio económico, social y cultural de las grandes ciudades. Como recogen Glaeser, Kourtit y Nijkamp en el libro recientemente publicado “Urban empires: cities as global rulers in the new urban world” (2020, Ed. Roudledge): “En el siglo XXI emerge un nuevo orden económico mundial plenamente dominado por las ciudades y donde la población tiende a concentrarse radicalmente. Las grandes concentraciones urbanas se convierten así en nuevos imperios que dominan y provocan cambios constantes en una sociedad cada vez más dinámica y creativa”. A principios del 2020 nada parecía ser capaz de desafiar a este nuevo imperio urbano… hasta que nos sorprendió la pandemia del COVID.
En este mismo blog, en la entrada “¿Que modelo de ciudad puede surgir tras la pandemia?” publicada en pleno confinamiento (el 13 de mayo de 2020), reflexionábamos sobre como de intenso podría ser el efecto de la crisis sanitaria sobre la configuración espacial de nuestras ciudades. El COVID atenta directamente a la esencia misma de las ciudades, transmitiéndose con mas rapidez cuanto mayor es la densidad de población y cuanto más intensa la vida social. Los elementos que antes hacían a una ciudad más eficiente, más creativa y dinámica son justamente los mismos que ahora la hacen más vulnerable. En mayo apuntábamos que el efecto de esta crisis sobre la forma de las ciudades dependería de como fuera la recuperación, esencialmente de si se producían rebrotes y la duración que finalmente tuviera una nueva normalidad bajo la que se debe limitar la vida social al tiempo que se potencia el trabajo, formación, consumo y ocio on-line. Desde la publicación de dicha entrada hemos comprobado lo difícil que resulta mantener contenida la expansión del virus y como los peores escenarios se posibles se confirman como reales (véanse varias entradas en este mismo blog, como “Impacto de la crisis turística por el COVID sobre la economía catalana”, “Comercio exterior en tiempos de pandemia: regiones y PyMEs”, o, entre otras, “Los impactos territoriales de la COVID19”). Meses después, cuando enfrentamos la llegada de una segunda ola, constatamos que la nueva normalidad y las restricciones a la vida social presencial operaran tiempo suficiente como para afectar permanentemente a la forma de trabajar, de consumir y de vivir y, por lo tanto, tendrá total capacidad de provocar un cambio profundo en la configuración espacial de nuestras ciudades.
Nueva York, como líder de este emergente imperio urbano, afronta de un modo mas evidente el impacto de la pandemia. La evolución que esta experimentando el sector inmobiliario en esta ciudad es muy impactante. En tan solo unos meses más de 16 mil familias neoyorquinas han abandonado la ciudad generando un stock de más de 13 mil viviendas vacías. El precio de la vivienda en Nueva York ha caído cerca de un 25% y supera al 30% en el caso de apartamentos pequeños. Mientras, el precio de las viviendas periféricas en el estado de Nueva York o los estados próximos se ha incrementado un 150% y un 130% en este tipo de vivienda a lo largo de todo Estados Unidos. El teletrabajo se ha generalizado y muchas grandes compañías han decidido no renovar sus contratos de alquiler de edificios enteros. A modo de ilustración del cambio que ya enfrenta la ciudad puede verseeste video extraído de la emisión de un programa de la radio local y donde se recoge el testimonio de un residente habitual de la ciudad.
Es cierto que el sector inmobiliario de Nueva York es especialmente flexible y capaz de recoger los impactos con una inmediatez que resulta asombrosa desde la perspectiva de los mercados de vivienda que operan en España y en Europa. Pero lo que esta pasando ya en Nueva York nos ayuda a anticipar un fenómeno que puede llegar a ser global y que puede poner en jaque al modelo de ciudad tradicional europeo (véase el capítulo “Muerte y vida de las ciudades europeas: el triunfo del modelo urbano europeo y sus crecientes amenazas” en el libro La riqueza de las regiones: aportaciones de la ciencia regional a la sociedad; Thomson Reuters, 2019). Asistimos ya, y seguramente será mas intenso en el futuro inmediato, a un proceso de desconcentración contenida. Es decir, una deslocalización de la población desde apartamentos cercanos a los centros urbanos hacía zonas residenciales dispersas de la periferia inmediata. No es previsible que la desconcentración sea absoluta (alejando en exceso las residencias habituales de los principales centros urbanos), con lo que este fenómeno previsiblemente no ayudara a repoblar la España vacía. Por el contrario, lo más probable es que observemos una tendencia a la dispersión de las ciudades con un gran crecimiento de los barrios residenciales periféricos o la presencia de viviendas en entornos naturales, pero no demasiado alejados de la gran ciudad. Las consecuencias de este modelo residencial disperso han sido ampliamente estudiadas por urbanistas y economistas. Recientemente hemos publicado una síntesis de las principales conclusiones de la literatura internacional en la revista Sustainability: “Recent literature about urban sprawl: a renewed relevance of the phenomenon from the perspective of environmental sustainability”.
Aún esta por ver cuanto tiempo durará toda la excepcionalidad provocada por el COVID y como será la recuperación de la economía, la vida social y la propia vida urbana tras la misma. Pero la dispersión urbana era ya un problema que enfrentaban nuestras ciudades antes del COVID aunque, muy probablemente, será mucho mas intenso en el futuro inmediato. Urge seguir explorando las consecuencias del modelo residencial disperso y tenerlas en cuenta en el desarrollo de los próximos planes urbanos. Esta pandemia ha evidenciado las deficiencias de diseño de muchas viviendas y barrios. Tenemos el reto de construir ciudades más saludables. Pero hay que evitar caer en facilitar la dispersión que traería consigo negativas consecuencias medioambientales y sociales.
Publicado en el blog de la Asociación Española de Ciencia Regional "La riqueza de las regiones"